Blogia
HOMENAJE DEL MES

ABRIL: HOMENAJE A MARC BLOCH

ABRIL: HOMENAJE A MARC BLOCH

BIOGRAFIA

Marc Léopold Benjamin Bloch (6 de julio de 1886 - 16 de junio de 1944) historiador francés, especializado en la Francia medieval y fundador de la Escuela de los Annales.
Nacido en Lyon,en el seno de una familia judía alsaciana, hijo del profesor de historia antigua Gustave Bloch, Marc estudió en el Ecole Normale Supérieure y la Fundación Thiers en París, y también en Berlín y Leipzig. Durante la Primera Guerra Mundial perteneció a la infantería y fue condecorado con la orden nacional de la Legión de Honor.
Tras la guerra enseñó en la Universidad de Estrasburgo y, con posterioridad, a partir de 1936 sucedió a Henri Hauser como profesor de historia económica en la Sorbona. En octubre de 1940, el gobierno de Vichy, en aplicación de las leyes racistas, le excluyó de la función pública por su condición de judío.
En 1929 Bloch fundó, junto con Lucien Febvre, la importantísima publicación Annales d’histoire économique et sociale (que ahora se llama Annales. Économies, Sociétés, Civilisations), nombre utilizado para designar la nueva corriente historiográfica encarnada por Bloch y Febvre y conocida como Escuela de los Anales.
Bloch ha tenido gran influencia en el campo de historiografía a través de los Anales y de su manuscrito inacabado "Introducción a la Historia", en el que estaba trabajando cuando fue asesinado por los nazis. El libro es uno de los más importantes de la historiografía del siglo XX y plantea una “Nueva historia”, fundamentada en lo social y lo económico, con una nueva forma de acercarse a las fuentes, en contraposición de lo hecho por su maestro Charles Seignobos.
Murió fusilado, tras ser torturado durante varias horas por la Gestapo, por haber participado en la Resistencia Francesa, el 16 de junio de 1944, en un campo de Saint-Didier-de-Formans, cerca de Lyon. Sus últimas palabras fueron : "Vive la France".

* Texto tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Marc_Bloch
* Fotografía tomada de: http://www.marcbloch.fr/


******************** UN TEXTO DE SU PLUMA *******************

Carta de Marc Bloch a André Meyer

Montpellier, 5 Rue Sainte Croix
A 18 de enero de 1942
Mi querido amigo:
Con felicidad recibí noticias de usted. Desde que la guerra verdadera sucedió a la “guerra en broma”, le había perdido la pista, aunque haya sabido, en Clermont, algo acerca de su evasión. Permítame, antes que todo, felicitarlo por su dicha. El optimismo, mejor dicho, la confianza de todos los alsacianos es admirable. ¡Cuánta razón tiene usted al participar y asociar a ella, por adelantado, el destino del pequeño ser que ustedes esperan!.
Mis aventuras bélicas fueron menos pintorescas que las suyas. Sin embargo no les faltaron del todo colores. Del 10 al 30 de mayo (1940) tuve que vagabundear de un puesto de mando a otro, obsesionado por la preocupación de repartir gasolina y diesel a los tanques, tractores y camiones de un ejército cada día más zarandeado; me entregué también a la tarea de dar las órdenes de incendiar todos los depósitos abandonados.
Luego, después de haber hecho ponchar debidamente las llantas de las pipas pude, con la mayor parte del Estado Mayor, alcanzar la costa. Un hermoso atardecer de primavera embarqué en Dunkerque (éste no era tan hermoso como el atardecer); dos días después me encontré en Cherbourg, vía Inglaterra. Por fin, después de peripecias
interminables, me encontré en Rennes, el mismo día de la entrada de la columna alemana, sin que tuviera que disparar. Me vestí de civil y aparté un cuarto en el hotel bajo el nombre de “Sr. Marc Bloch, profesor de la Sorbona”.
Quince días después las comunicaciones quedaron restablecidas, de modo que pude pasar por Nantes, Angers, y finalmente llegué a la Creuse, en donde estaban los míos. Unos sufrieron bombardeos en Gueret; mi esposa, uno de mis hijos y mi madre, que habían sido rescatados en auto, anduvieron sin rumbo unos diez días al sur del río Loire, durante y después de la batalla; por fin llegaron a Gueret después que yo. ¡Pequeña historia de una familia francesa normalmente muy tranquila! Adivinará usted cómo todos nosotros, a lo largo de esa temporada, acumulamos muchas experiencias aleccionadoras, especialmente yo con mi trabajo en el Estado Mayor del Ejército. Aún no llega el momento de ponerlas por escrito.
Acá estoy ocupado con la docencia, que es bastante pesada (un tema de la Edad Media para la “agregación”, algo que conocía mal; sobre todo una clase de historia económica de Francia en el siglo XIX, que había dado en París en forma muy parcial y que no es sencillo armar.) No tengo a la mano mis libros, muy amenazados, según me acaban
de decir, en París, en donde quedaron.1 Como todo el mundo, estoy mal instalado. Hasta ahora casi no he trabajado en lo mío. Los Annales salen de nuevo, con las modificaciones externas que Ud. adivina.
Mi sobrino Marc Weill está en Lyon, en donde encontró un pequeño empleo y prepara un examen de contador público. Brunschwig es, por desgracia, prisionero de guerra.
Recibí noticias suyas al principio, pero desde la instauración del sistema de formas y tarjetas, imposible corresponder con él, imposible mandarle los suplementos de los cuales, parece, está muy necesitado.
Sobra decirle que mis preocupaciones personales están, ante todo, dirigidas al porvenir de mis hijos. Especialmente, de mis hijos mayores: uno es estudiante de 2° año de derecho, el otro (¡que soñó, toda la vida, con la Escuela Colonial!) está en el último año de Bachillerato. Pero esta es mi pequeña huerta individual, de la cual sería imposible olvidarse; sin embargo, no es más que una pequeña huerta. Mis más altas preocupaciones se encuentran en otra parte. Son las mismas que las suyas; e idénticas, igualmente, nuestras esperanzas. ¿Tendré que decirle que es menos el digamos, mañana (un mañana imaginado en la luz que adivina usted) que el pasado mañana que me preocupa? Es difícil para un viejo historiador vivir en el tiempo inmediato.
Muy cordialmente suyo, mi querido amigo,
Marc Bloch
P. D. Desde luego espero que usted no abandone la idea de un trabajo personal. No tarde demasiado en pensarlo en serio.

* Texto tomado de http://www.istor.cide.edu/istor.html

0 comentarios