BIOGRAFIA
Nació en Buenos Aires el 24 de abril de 1815.
Murió en Buenos Aires el 30 de agosto de 1903.
Puede decirse que la vida de Vicente Fidel López venía marcada desde la cuna.
Nacido en los estimulantes primeros años de la Patria, hijo del creador de la letra del himno nacional, Don Vicente López y Planes, y miembro, por estirpe y educación, del sector social de donde surgían los primeros intelectuales de la Nación, su destino parecía ya estar escrito. A la sazón, este político, jurisconsulto e historiador, quien llegó a ser uno de los máximos exponentes de la disciplina durante el siglo pasado, cumplió con aquel presagio y se convirtió en un referente de la cultura nacional decimonónica.
Sus primeras letras corrieron a cargo de Vicente López y Planes, junto al catalán José de Santábar. Con sólo 10 años de edad, ingresó al colegio particular de Pío Cabezón, donde aprendió especialmente latín.
Cinco años después, en 1830, ingresó a la Universidad, donde llegó a ser el alumno dilecto y discípulo del eminente educador Diego Alcorta en la Cátedra de Ideología. En ese ámbito, conoció a Alberdi, a Cané y al sabio italiano Octavio Fabricio Mossotti. En la Universidad, también, sus ideas se vieron fuertemente imbuidas por la filosofía romántica francesa. Se sintió fascinado, además, con los hechos revolucionarios de 1830 en Francia, que significaron la caída de los Borbones.
Así orientado en sus ideas filosóficas y políticas, López adhirió a la Asociación de Estudios Históricos y Sociales, que funcionaban en la casa de Cané, y que sería uno de los antecedentes de la Asociación de Mayo.En 1834, finalizó con sus estudios preparatorios e ingresó al Departamento de Jurisprudencia para seguir la carrera de leyes.
Obtuvo el bachillerato en 1837, con una tesis que versaba sobre las Leyes porque deben arreglarse los efectos civiles del matrimonio.Junto a Echeverría, Acevedo y Alberdi, López formó parte de las interminables veladas que acaecían en el Salón Literario de Marcos Sastre. Allí se forjaron su carácter y sus ideales acerca de la patria y su cultura. Por esa época, ingresó a la Academia de Jurisprudencia, recibiendo el título de abogado en 1839.En 1840, huyendo del régimen rosista, Vicente López marchó a Córdoba, el segundo centro de influencia ideológica y cultural del país. Allí llevó a la Asociación de Mayo, abriendo una sucursal en la ciudad capital.
Poco después, debió emigrar y pasó a Chile, donde escribió numerosos artículos de tinte político en La Gaceta de Comercio, El Heraldo Argentino y El Progreso. También fundó una revista cultural, llamada Valparaíso, en la ciudad homónima. Sus labores en Chile fueron variadas: enseñó retórica en el Instituto Nacional de Santiago, escribió los primeros estudios históricos (el ensayo Vindicación de la República Argentina en su revolución y en sus guerras civiles, de 1841, y la Memoria sobre los resultados generales con que los pueblos antiguos han contribuido a la civilización, de 1845), y estudió Humanidades, alcanzando el bachillerato a mediados de la década del ´40.
También produjo dos textos escolares (Manual de Historia de Chile y Curso de bellas artes), que alcanzaron un gran éxito en las universidades transandinas.En 1846, siendo ya un reputado abogado e historiador, López arribó a Montevideo, el centro de conjunción de los emigrados argentinos. Cuando el rosismo comenzaba a caer, en 1851, viajó a Río de Janeiro, donde publicó su Compilación de documentos relativos a los sucesos del Río de la Plata desde 1806 a 1807.Con Urquiza en el poder, su padre, Vicente López y Planes, fue designado gobernador provisional de Buenos Aires y a él se le confió el cargo de Ministro de Instrucción Pública.En los años siguientes, enseñó Economía Política en la Universidad, colaboró con la Revista de Buenos Aires (publicando artículos sobre historia, arqueología, filología y derecho), y comenzó a militar en política.
En esta actividad, fue elegido convencional constituyente en 1853, y tuvo ocasión de polemizar con Sarmiento, desde las páginas de La Patria, acerca de la necesidad de la Reforma Constitucional.Luego de cortos viajes a Montevideo, López se erigió, en Buenos Aires, como uno de los más destacados juristas de la época. En ese rol, polemizó con vehemencia con Vélez Sarsfield, acerca del contenido y función del Código Civil. En 1871, junto a Juan María Gutiérrez y Andrés Lamas, fundó la Revista del Río de la Plata.
En 1872 fue nombrado titular de la Cátedra de Derecho Romano de la Universidad de Buenos Aires. De sus lecciones nació el Curso de Derecho romano bajo un nuevo plan, una obra que se utilizará para la enseñanza de la disciplina. Dos años más tarde, asume en el cargo de Rector de la Universidad, en reemplazo de Gutiérrez.
Paralelamente, López desempeñó una vasta carrera política. Entre 1870 y 1873 fue convencional constituyente en Buenos Aires, y formó parte, junto a Mitre y Gutiérrez, de la comisión encargada de redactar la sección "Declaraciones, Derechos y Garantías". Enseguida, fue elegido diputado nacional, función que desempeñaría hasta 1879.Estos son los años donde su producción escrita es más profusa.
En 1871 publica Las razas arianas del Perú; en 1872, Las obras del puerto de Buenos Aires; entre 1886 y 1891, los seis tomos de los Acuerdos del extinguido Cabildo de Buenos Aires (1569-1643); en 1881, la Historia de la República Argentina; en 1884, El conflicto y la entrevista de Guayaquil, expuesta al tenor de los documentos que la explican; y en 1889 y 1890, los dos volúmenes del Compendio de Historia Argentina, adaptado a la enseñanza de los colegios nacionales, una obra que, en los primeros años del siglo XX, sería la más usada en las escuelas argentinas y que más tarde se transformaría en un exitoso Manual de Historia Argentina.De esta época, también, data su polémica con Mitre, acerca de la Historia de Belgrano, de este último.
Más allá de los hechos históricos específicos, el enfrentamiento fue de extraordinaria jerarquía intelectual y conllevó un profundo debate acerca de la historia como disciplina científica, sus métodos y fuentes. López y Mitre eran los dos máximos exponentes de los estudios históricos del momento.En 1890, fue designado Ministro de Hacienda del gobierno de Carlos Pellegrini. Estando en ese cargo, en 1894, recibió la noticia de la muerte de su hijo Lucio Vicente López, el autor de "La gran aldea", acaecida como resultado de un duelo de honor. El hecho le significó una profunda tristeza y un sentimiento de abatimiento que marcó el último decenio de su vida.Finalmente, falleció en Buenos Aires en agosto de 1903.
En 1962, su voluminosa biblioteca personal, sus archivos y escritos pasaron a formar parte del Archivo General de la Nación
* Texto tomado del Portal Educativo Argentino (www.educ.ar)
******************** UN TEXTO DE SU PLUMA *******************
I. ETIMOLOGÍA Y SIGNIFICADO DE LA PALABRA HISTORIA
En la etimología de nuestra lengua, la palabra Historia tiene el mismo origen y el mismo sentido que la palabra Vidrio (1).
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(1) La raíz es Fid (vid) en sánscrito; igual a Feid o Veid en griego (Eido); igual a Video-Vítrum en latín: a Verre en francés, etcétera: y de ahí Fid-tor o Istor: según Curtius pág. 217: Mey. 313; Anatole Baylli, 350.
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2. La razón de esta común etimología es sumamente clara: el vidrio se llama vidrio porque su transparencia permite ver lo que queda al otro lado. Del mismo modo, el tiempo que es el campo visual de la Historia, tiene en sí mismo una transparencia que la memoria puede penetrar como la vista penetra en el vidrio, para ver al otro lado del tiempo presente los sucesos que quedan en los tiempos pasados.
3. Nadie ignora que el vidrio puede ser trabajado con tal arte que nos permita vencer enormes distancias, acercar a nuestra vista los objetos lejanos, o dar grandes proporciones a los pequeños. Así también, siendo el propósito de la historia traer las épocas pasadas al alcance del tiempo presente, se requiere que el arte le dé la misma fuerza de visión para que la memoria humana pueda penetrar hasta los techos lejanos al través de la transparencia del tiempo; condensándolos bajo la acción de nuestra memoria, como si los tuviéramos presentes, con el saber, con la experiencia y con los demás accidentes sociales ocurridos en las naciones que han vivido y muerto en el pasado.
4. La idéntica etimología del poder de la vista que ve lo presente, con el poder de la memoria que puede rever lo pasado, no es, pues, antojadiza o imaginaria, desde que queda probada la identidad de la raíz clásica que contiene el fonismo y el sentido de ambas palabras. Si siguiéramos comparándolas encontraríamos que su luminoso paralelismo se continúa en toda la serie de sus consecuencias. El ojo es al tiempo presente -lo que la memoria al tiempo pasado: la transparencia del tiempo es a la memoria- lo que la transparencia del vidrio al ojo; los obstáculos de la distancia son al poder limitado del ojo lo que es la antigüedad al poder limitado de la memoria y a la brevedad de la vida humana: los auxilios del arte que aumentan la potencia del vidrio, son al ojo lo que los estudios eruditos son a la potencia de la memoria contra la obra de los tiempos. De todo lo cual se deduce que la definición perfecta de la historia sería "La Historia es la visión de los sucesos pasados que quedan a la espalda del tiempo presente".
II. ELEMENTOS QUE ENTRAN EN LA NOCIÓN TÉCNICA DE LA HISTORIA
5. Cuatro son, pues, los elementos de la historia. Dos de ellos pertenecen a la naturaleza física de nuestro planeta, a saber: El tiempo y la distancia. El tercero, la memoria, es una facultad mental del hombre; y el cuarto, la escritura y el estilo, son obra del arte.
6. Si estos elementos funcionaran a un tiempo y con armonía, la historia no tendría secretos. Pero, como el tiempo corre de suyo desbordando día por día la memoria de los hombres, sin preocuparse de ellos; y como la memoria es débil y limitada para absorber el violentísimo pasar del tiempo, resulta una divergencia que origina la partida de una masa enorme de sucesos, que son, diremos así, la Historia perdida.
7. Entre nosotros mismos tenemos el ejemplo. Muchísimos siglos antes de Cristóbal Colón vivían en estas regiones del Río de la Plata y de los Andes, millones de habitantes, muchos de ellos civilizados y con lenguas cultas. Ahí tenemos, pues, la prueba que, desde tiempos ignorados, esas tribus han hecho historia, es decir, han formado agrupaciones, provincias y gobiernos: han mantenido relaciones, puesto que han vivido en lugares inmediatos, contiguos y comunicados por caminos. Duda ninguna queda, por consiguiente, de que han tenido guerras, luchas de ambición y de conquistas, con el cortejo de pasiones, de intereses, de horrores y de conflictos que esos acontecimientos producen en las agrupaciones sociales. ¿De dónde vinieron al país en que los encontró la conquista española? ¿Dónde nacieron, quién les dió su lengua? Ni ellos lo saben, ni nosotros hemos encontrado vestigios con qué averiguarlo. Aquí tenemos, pues, sin salir de nuestro suelo un importantísimo ejemplo de Historia Perdida (2).
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(2) Lo llamamos importantísimo no tanto por las razas mismas de que se trata, cuanto por el problema de su origen. "Son producto de la tierra en la lejanía de los siglos sin cuenta". "Proceden de algunas colonias o inmigraciones marítimas". "Con qué otros puntos de la tierra está ligado su origen"... ¡Misterio insondable!
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8. Los problemas de la historia perdida son arduos; y lo son no sólo para nosotros solos, sino también para todas las naciones europeas, que del mismo modo ignoran la procedencia de las razas primitivas.
III. LA LENGUA NACIONAL EN LA HISTORIA
9. Señalado el dificilísimo problema de los tiempos primitivos, conviene determinar la grande importancia que la lengua tiene para resolverlo. Si al investigar el origen de nuestros indígenas encontrásemos en las islas Canarias, en Madagascar, en la Polinesia, o en otra parte, palabras y formas gramaticales similares, lo tomaríamos al momento como un dato de que las razas respectivas habían estado vinculadas en los tiempos primitivos de su historia por un mismo idioma. Al favor de este dato seguiríamos las investigaciones hasta donde nos fuese posible comprobar científicamente los resultados.
10. Lo que es una mera suposición aquí, es ya una verdad respecto de las lenguas europeas. Tomemos por ejemplo la palabra día: en italiano, giorno, en francés jour. Cualquiera diría que no tienen ningún parentesco entre sí, y que cada una forma distinta lengua. Pero si tenemos presente que de la palabra día hemos sacado nosotros y los latinos otra palabra diurno (diurnus en latín) veremos al momento que por diurno, los italianos dicen giorno, y los franceses jour; y que no sólo son ellos los que han formado su palabra quitando la d, sino que nosotros también la hemos quitado en las palabras jornal y jornada. De modo que siendo evidente la comunidad del origen latino de esas tres palabras jour, giorno y día que nos parecieron tan diversas, es también evidente la comunidad de los orígenes históricos de las tres naciones.
11. En el mundo moderno no existe hoy nación ninguna cuya historia sea independiente en su origen o en sus vinculaciones con la historia de las demás. Con nada más que preguntarnos a nosotros mismos qué lengua hablamos y por qué la hablamos, veremos que esa lengua nos viene de la conquista y de la colonización española, y que como es una lengua latina por su origen, procede de la conquista y de la colonización de la España por los Romanos. Aquí nos tenemos, pues, estrechamente emparentados por la lengua, con ese gran pueblo de la Historia Clásica, lo que hace que seamos clásicos también por nuestro origen y por nuestra raza.
12. Una vez puestos en este terreno, podemos lanzar la mirada en derredor nuestro, y notar que el mismo hecho se presenta en la lengua francesa, en la italiana, más o menos acentuado en la lengua inglesa y en todas las demás lenguas de la Europa: de lo que se deduce que todas ellas han sido alguna vez provincias conquistadas y civilizadas por los Romanos; y que de ahí nos viene a todos la comunidad histórica-social y la de las lenguas que hablamos. Demos ahora un paso más, y encontraremos que los Romanos están emparentados por la lengua y por la historia con los Griegos; que en sustancia tienen un mismo vocabulario y una misma gramática. Que los griegos están del mismo modo vinculados con los antiguos imperios del Asia, cuyos recuerdos, orígenes y lenguas se pierden en las tinieblas del mundo prehistórico; y que, por consiguiente, nuestra lengua nacional, nuestro estado social y nuestra cultura, están vinculados por la tradición inmemorial a las más ilustres razas y pueblos del mundo antiguo.
IV. LA LENGUA MATERNA EN LA TRIBU PRIMITIVA
13. Así como los niños toman en el seno y en los labios de la madre las primeras nociones que los vinculan a la familia, las tribus primitivas, que son los niños de la historia, tomaron en el calor de la lengua materna las primeras nociones que los unieron a los hombres de su raza, a la tierra que los alimentaba y a los héroes de su tradición salvaje, magnificándolo todo con la imaginación vivaz y con las pasiones exaltadas que constituyen el temperamento moral de los pueblos primitivos o bárbaros. Su vida era un combate terrible, constante, con los fenómenos inclementes y con las fuerzas brutas de la naturaleza, una guerra sin tregua, de bárbaros contra bárbaros, predispuestos a devorarse sin más derecho que el de la fuerza. La lengua de la tribu se impregna naturalmente de la aspereza brutal que le transmiten las emociones excesivas de su estado social. Su existencia, su fortuna o sus desgracias son obra de la pujanza de sus heroicos y fabulosos antepasados, servidos o perseguidos por los espíritus sobrenaturales; porque en la oscuridad embrionario de los tiempos primitivos los hechos abstrusos, violentos, carecen, como el lenguaje que los vierte, de la sencillez con que se producen y se explican los hombres cultos en los tiempos históricos. La razón del bárbaro es obtusa; su pasión y su lenguaje exaltado, pintoresco, áspero; su fuerza, pujante; su fantasía, poderosa.
14. Aunque no tengamos la historia de este estado moral, tenemos de hecho la prueba de que algunas de las tribus primitivas, ya por las ventajas del suelo, por dotes superiores, por el genio de sus héroes, o por otras coincidencias que influyen en la suerte de las naciones, aumentaron su poder, se hicieron conquistadoras de vastas regiones desde Asia hasta Europa. Los modernos no tenemos ciertamente el enlace perdido de esos acontecimientos; pero tenemos la prueba irrecusable al ver en el fondo de todas nuestras lenguas las raíces y las formas orgánicas de la gramática y del vocabulario prehistórico; las tenemos en las leyendas que nos cuentan sus glorias y sus fábulas, y en las ruinas monumentales que han dejado en todos los países donde vivieron y dominaron esas razas, tribus o naciones perdidas.
15. En el estado de tribu, análogo al estado de niñez histórica, el alma del bárbaro, y el espíritu común de su tribu, vive predispuesto a emocionarse y a exaltarse; y de ahí proceden los rasgos fantásticos y poéticos de sus tradiciones y de su lengua. Observemos lo que pasa en los niños: cuanto más heroico y más sobrenatural es el cuento que se les hace, mayor es el interés y la fascinación intelectual con que lo gozan. Esa misma fue la condición natural de la tribu antigua. Su tradición, su primera historia, la historia de nuestros antepasados en los siglos inescrutables de que procedieron, fue un conjunto de CUENTOS como los que tienen todavían en su repertorio los sirvientes o los cronistas anónimos de nuestras bajas esferas sociales.
Y así como del seno de la barbarie salieron los primeros destellos de la historia poética, en forma de piezas heroicas, de leyendas locales, que condensadas en tiempos posteriores han venido a formar obras de conjunto con el nombre de EPOPEYA, palabra griega que significa narración cantada, es decir Leyenda rimada.
16. Desde que la tribu oye y canta sus tradiciones, nace en su vida el primer germen de su historia propiamente dicha. Al desenvolverse nacen naturalmente en su seno genios inspirados que se consagran a transmitir las proezas legendarias de sus héroes. Al principio esos historiadores poetas fueron cantores ambulantes que hacían profesión de componer o de recitar leyendas patrias magnificadas, en las fiestas de la raza, en los campamentos, en las ciudades de los Reyes, y en las plazas públicas donde eran recibidos y agasajados con el entusiasma y con la admiración de los pueblos que concurrían a oírlos como vamos hoy a oír a la Patti Semiramis o a la Bernhart Medea. Los griegos los llamaban Rapsodes, cuyo significado es poetas ambulantes; y no hay duda que de entre ellos surgieron los poetas Epicos que llevan el nombre famoso de Homero, autor consagrado de las leyendas de la Guerra de Troya (3).
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(3) Raps-odes viene de Raplein (coser tejer) y ode (canto). Véase al fin del volumen la nota HOMERO.
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V. LA LEYENDA EN LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS CLÁSICOS Y MODERNOS
17. Tan poderoso ha sido el influjo de la leyenda en el origen de las naciones, que no hay una sola de ellas, antigua o moderna, cuya lengua y cuya historia no hayan comenzado por narraciones en que la verdad primitiva aparece envuelta en las fantasías de una imaginación exhuberante y bárbara, a la manera del paisaje erizado de agrestes montañas, que en una noche tenebrosa presentó de improviso a los ojos del Dante el terrorífico fantasma de Nabucodonosor. Todos los imperios antiguos principian así su historia por larguísimos períodos de siglos sin luz en que los personajes figuran como semidioses, como monstruos, como héroes de procedencia divina y relacionada con los astros. Nino rey de Nínive es hijo del Fuego Solar; protegido por su padre Sol, reina, vence, conquista todo el centro de la Asia, y levanta en pocos años monumentos que, a no haber salido de la voluntad de un semidios, habrían requerido siglos de trabajo y de gobierno humano. Semíramis, su consorte, es encarnación de la Luna, como debía ser la mujer del Hijo del Sol, y no es menos maravillosa la historia de sus hechos. ¿Será del todo falsa, por eso, la Leyenda? ¿No podrá sospecharse que, dentro de esas, fábulas, haya hechos verdaderos: y que Nino y Semíramis sean dos grandes épocas históricas, de la Religión Solar la una, de la Religión Lunar la otra, como la media luna de los mahometanos y el Sol de los Incas según que la medida de los tiempos se haya tomado en el curso del Sol, o en el curso de la Luna; que como es sabido dan diverso resultado en el cálculo de las estaciones y de los trabajos de la agricultura? Lo que se cuenta, pues, como proezas de dos seres fabulosos, ¿no envolverá en realidad los hechos y los adelantos de dos EPOCAS, de dos sistemas cronológicos, de dos civilizaciones separadas por enormes espacios de tiempo, concentrados por la Leyenda en dos semidioses, y en dos reinados? La historia griega parte de iguales problemas, que esconden en sus misteriosas personificaciones el origen y las aventuras de las primeras colonias, de sus primeras lenguas y de sus primeras apariciones en la historia. Toda la historia de Roma es legendaria en su punto de partida. Basta recordar la leyenda de la Loba que amamantó a Rómulo y Remo, el rapto de las Sabinas, la ninfa Egeria de Numa, Brenno, Camilo, Coriolano, y tantos otros sucesos de los primeros siglos de la República patricia, en cuya historia están transparentados los mil cantares y poemas heroicos de donde proceden las narraciones sucesivas. Recordemos las crónicas religiosas y caballerescas de nuestras razas modernas y en los Romances del Cíd, de la Mesa Redonda, de los Pares de Francia, de Don Pelayo, de Santiago, de Rolando, de la Virgen de Covadonga, de la Virgen del Pilar, y tendremos también otros tantos ejemplos de cómo ha entrado la leyenda en nuestros tiempos modernos. ¿La Virgen de Mercedes no es un actor integrante de nuestras victorias de Tucumán y de Salta? ¿No festejan nuestras iglesias, año por año, su advocación; como la de la Virgen del Rosario en el aniversario de la batalla de Lepanto, la de Santa Clara en San Juan por nuestra victoria sobre Beresford? Si aun en nuestros tiempos se conservan y se respetan esos restos del misticismo legendario primitivo, bien se puede comprender cuán poderoso influjo debió ejercer en la imaginación ferviente y tempestuosa de los tiempos bárbaros y en las formas duras y violentas de sus idiomas.
18. En las tribus bárbaras de muestras pampas hemos tenido la leyenda hasta ahora poco en su estado primitivo, y quizás la tenemos todavía en lo que queda de sus toldos por los extremos del sur, y en los centros solitarios del Chaco Hualampa. Es de ver la animación y el énfasis con que peroran cuando se exaltan en alguna fiesta de la tribu.(4).
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(4) En 1840 he tenido ocasión de presenciar una escena de esta clase. Vino a Córdoba, donde yo estaba, una embajada de 28 caciques y capitanejos a tratar de paz y pedir regalos. Se les preparó un banquete de cuatro yeguas y, dos o tres cuarterolas de aguardiente. Se les encerró en un corral y se les quitó las armas, a lo que ellos accedieron, en precaución de los excesos de la borrachera. Provisto cada uno de ellos con el tallo hueco de una paja fuerte que les servía de bombilla, después de hartarse, se echaron sobre la bebida; y comenzó la algazara. A poco rato uno de ellos se alzó del suelo y entonó una arenga en frases mezcladas de alaridos. Nosotros presenciábamos el espectáculo desde una azotea y el lenguaraz que nos servía de intérprete nos decía que estaban hablando de sus padres, de las victorias que habían ganado, de los millares de cristianos y otros enemigos que habían degollado, de las malicias del diablo, y de las atrocidades que los cristianos habían cometido con sus mujeres y sus hijos. En algunos períodos del discurso, que parecía cantado por la entonación, el orador intercalaba aullidos feroces, y los demás aullaban con él, hasta que unos tras otros comenzaron a caer en tierra completamente ebrios. No hay raza ninguna europea o clásica, que en el primitivo estado de sus tribus no haya sido lo mismo, y no haya hecho lo mismo, y el que quiera comprobarlo que lea a Homero.
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19. Aun en nuestros tiempos presentes la forma legendaria surge espontáneamente en la vida de los pueblos. ¿Qué es, de punta a cabo, nuestro Himno Nacional sino una leyenda histórica, en que lo real va envuelto con lo fantástico? ¿Y no será precisamente a eso, a lo que debe el prestigio que conserva en nuestro espíritu popular?
Leyenda es el Triunfo Argentino de 1807, y es historia también. Magnífica leyenda es el canto de Olmedo a la Victoria de Junín. Y se puede decir que muchos de nuestros personajes históricos, muertos de ayer no más, comienzan a tener una leyenda más o menos aceptada por la veracidad histórica. Lo que falta para que broten sus rasgos fantásticos es el curso crepuscular y la ruina de los siglos.
VI. TRANSICIÓN DE LA LEYENDA A LA HISTORIA
20. A medida que las tribus de la raza griega se civilizaban, entablaron relaciones marítimas y comerciales con las costas asiáticas que tenían a su frente; pues de ahí habían venido en la noche de los tiempos las primeras colonias que poblaron esa maravillosa región predestinada a civilizar las costas del Mediterráneo. Allí comenzó aquel asombroso adelanto que debía modernizar el espíritu de las primeras edades, inoculándoles el genio y el carácter de una nueva civilización, que ha venido enlazando sus beneficios hasta nuestra historia nacional, por una serie de progresos sin solución de continuidad. Ese gran paso es el que se dio con la Escritura Analítica en forma de letras silábicas que reproducen los sonidos simples de la boca humana, enteramente distinta del dibujo simbólico y convencional de los objetos, que formaba la escritura sacerdotal de los viejos imperios de la Asia.
21. Una vez conquistado este poderoso instrumento de difusión, los griegos se dieron a escribir en forma moderna, diremos así sus tradiciones, sus hechos contemporáneos, y las noticias que sus viajeros exploradores recogían por las tierras y naciones exóticas que visitaban con ávida curiosidad. Constituyeron así con el tiempo, una admirable literatura de carácter épico al principio, histórico, filosófico y social después. De ese modo se transformó la historia primitiva en historia expositiva, mediante la cual se ven enlazados los sucesos con sus fechas relativas (cronológicas) con los lugares en que ocurrieron (geografía) y con las naciones o los personajes que tomaron parte en ellos.
22. Bien se comprende que las tribus bárbaras no han podido hacer de un salto el pasaje de la historia legendaria a la historia expositiva. Hay entre una y otra un intervalo de siglos incalculable que podríamos comparar con el claro-oscuro del crepúsculo matinal al pasar de la noche al día, en que los conjuntos y los objetos se presentan como si fuesen formas vagas y confusas que se movieran a la distancia mudas y misteriosas. Del mismo modo, en la tribu bárbara todo se ve y se expresa al través de la imaginación inventiva, visionaria y exaltada por las pasiones impetuosas, por los ensueños grandiosos, por el personalismo heroico y por las ráfagas de fuego, que dan vida, acción y aliento a sus tradiciones. Esos siglos son, pues, el seno insondable en que la oscuridad crepuscular de la Leyenda se ha transformado a la claridad diáfana de la historia, representando los efectos de la niñez histórica transformados en los efectos del hombre social por el influjo de la lengua materna.
VII. CIENCIAS HISTÓRICAS COOPERATIVAS
23. Hay siete ciencias que se llaman históricas, porque con sus investigaciones cooperan al recuerdo y al esclarecimiento de los problemas que presentan a los tiempos históricos. Hemos visto antes que a causa de la rapidez con que pasa el tiempo y de la debilidad de la memoria humana, queda perdida en sus orígenes, y en las épocas intermedias, una masa enorme de hechos importantísimos de que no hemos recibido tradición escrita ni oral. Veamos, pues, cómo es que las ciencias cooperativas pueden ayudarnos a llenar en parte este lamentado vacío.
1º- La Língüística o Filología
24. En el parágrafo III (núm. 10), dimos ya algunos datos que conviene ampliar para que se vea cómo es que el estudio comparativo de las lenguas puede esclarecer puntos capitales de la sociabilidad problemática de los tiempos perdidos.
25. Si las lenguas difundidas en una vasta extensión de países lejanos unos de otros, nos ofrecen analogías etimológicas y gramaticales, sin que ninguna de ellas haya podido ser la incubadora de las demás, se deduce forzosamente que entre ellas no hay vínculo de maternidad originaria, sino parentesco fraternal: v. gr.: desde el punto de vista filológico, la lengua hispano-americana no tiene vínculo filial con la lengua castellana peninsular, porque ambas son hijas del latín que es la lengua madre. En el mismo caso están los idiomas sanscrito y zend con respecto al griego, al latín y demás lenguas antiguas. El primero ha florecido en la India a orillas del Ganges; el segundo en las alturas del Irán (hoy Pamir); el tercero en las islas y costas del Mediterráneo; los otros en el norte de la Europa y en el Centro de la Italia. Ocupan, como se ve, las extremidades del mundo antiguo. Ningún contacto recíproco señalan las viejas tradiciones entre ellos. Entretanto, todos tienen las mismas raíces lingüísticas, los mismos temas pronominales, las mismas inflexiones nominales y verbales y la misma constitución gramatical. Como esto no puede ser efecto del acaso, tiene necesariamente que haber procedido de una época primitiva ignorada, en que una raza desconocida, usando de una lengua madre, hoy perdida, realizó por la conquista y por la colonización (del mismo modo que los romanos lo hicieron después) una difusión poderosa de su lengua y de su cultura, por entre todas las tribus que en ese tiempo insondable habitaban la Asia, del Irán hacia la India por un lado, y hacia las costas y las islas europeas, por el otro.
26. De esa raza y de su lengua apenas conocemos el nombre, que por una vieja leyenda se ha transmitido a las lenguas, hoy muertas, de sus descendientes. En sus antiquísimos y fabulosos poemas dicen éstos que la tierra originaria de sus heroicos antepasados había sido la elevada región llamada Aryana-Voedjó -que dice "lecho o casa de los Aryos". Aquella tierra era un opulento jardín, que al fin de algunos siglos se enfrió de tal manera que su vegetación y sus animales perecían. Los habitantes tuvieron que desparramarse por el mundo. Principia, pues, esa leyenda por recordar (con probable verdad) uno de esos cataclismos que en las edades primeras del globo han debido ser más frecuentes que en las nuestras, como lo demuestra la geología. (El enfriamiento.)
27. Tenemos, pues, que el hecho más remoto, el más primitivo a que ha llegado la ciencia histórica de los modernos es la existencia incontrovertible de un idioma ARIACO, que en los tiempos "sin historia" hizo el mismo papel civilizador que la lengua latina ha desempeñado en los tiempos históricos. Los que hablamos español en la América del Sur, somos, pues, por la lengua y por la raza legítimos descendientes de esa primitiva tradición.
28. Conquistado este punto inconmovible, la filología ha emprendido otros trabajos tendentes a investigar diversos detalles importantes sobre la vida social de los pueblos antiguos. En el tiempo primitivo, la tribu originaria ha dado nombre, precisamente en su lengua, a los útiles de su servicio doméstico y público, a las fuentes de su producción, a los productos de su industria, de su comercio, a todo, en fin, lo que se ha relacionado con su vida particular y social. Fácil es comprender que si tenía un nombre para el arado, para el trigo, para el buey, para el caballo, para la vid, para el vino, se podía deducir que había sido una tribu agricultora; y del mismo modo, por las raíces coherentes que su lengua perdida ha dejado en las demás que le sucedieron, se puede seguir las investigaciones y establecer el orden social y el grado de civilización alcanzado en su vida histórica; y llegar también a conjeturar y suplir sus relaciones externas con otros países, por el solo estudio de sus palabras, sin que tengamos, ni podamos tener ya, la crónica de sus hechos y de su tiempo (5).
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(5) Muchos sabios modernos han llevado estas investigaciones hasta un adelanto asombroso. Se cita como uno de los más meritorios a Mr. Adolpye Pietet, sabio belga, autor de Les orgines Indoeuropéenes ou des Aryas primitifs, que no ha dejado animal, instrumento, producto o cosa alguna cuyas raíces lingüísticas no haya restaurado para deducir quiénes eran y cómo vivían los pueblos de esa raza.
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2º - La Paleontología
29. Esta segunda ciencia cooperativa de las investigaciones sobre la primitiva historia, se subdivide en dos ramas. Se llama Paleontología cuando investiga los restos fósiles de los animales que vivieron, y deduce por ellos las edades geológicas del mundo, y el estado social de los hombres primeros en cada región; y se llama Paleoetnología cuando estudia los rasgos físicos (étnicos) de los restos humanos que se han encontrado en estado fósil dentro de las cavernas y profundidades de la tierra, al perforar pozos artesianos o al hacer otras grandes excavaciones. Su importancia es evidente desde que se sepa que, con los esqueletos humanos, han quedado en esas cavernas armas e instrumentos industriales de distintos materiales, que prueban, por ejemplo, si esos hombres primitivos conocían o no los metales, si estaban reducidos al uso de la piedra o de los huesos para cazar y llenar las necesidades de su vida, y en qué época geológica comienzan a encontrarse armas, instrumentos y objetos de metal, problemas de sumo interés para penetrar y adelantar en el conocimiento del estado étnico y social de las primeras edades.
3º- La Numismática
30. La numismática estudia las monedas antiguas, las medallas y otras piezas cualesquiera de metal inscriptas con lemas o símbolos. Es un auxiliar de grande valor para las investigaciones históricas. Con sus leyendas, efigies o figuras de sentido abreviado o simbólico fija los tiempos y las circunstancias históricas ajenas a su fabricación.
4º- La Etnología
31. Esta ciencia estudia las condiciones físicas y propensiones morales de las razas humanas; es decir, la constitución típica de su relativo organismo, en cada región del globo; y las leyes de su desenvolvimiento histórico en el curso de su civilización. A nuestro modo de ver se ha abusado, y se abusa mucho todavía, de la aplicación de esta ciencia al examen y explicación de las condiciones morales de las razas europeas. Se toman los accidentes políticos de su historia como efectos fatales de la ley de la raza especialísima a que pertenece tal o cual agrupación, y se prescinde del trabajo de refundición y de amalgama que una misma civilización ha realizado sobre razas de origen diverso. Desde Cervantes hasta Voltaire, las razas latinas se pregonaban como razas superiores del mundo. Con sus idiomas neo-latinos civilizaron a la Europa. Con soldados de raza latina, Carlo Magno y Napoleón vencieron a las razas sajonas durante muchos siglos. Predominó la variedad española en el siglo XV y XVI. Predominó la variedad italiana en los tiempos de Roma. Predominó después la variedad francesa. Antes que ninguna otra, la variedad inglesa arribó a la libertad política y a la opulencia marítima. Se abrió paso después en la erudición científica la variedad alemana. Con un estallido de batallas ganadas en pocos días postró a la variedad francesa; y absorto el mundo insustancial con un fenómeno de época, simplemente transitorio como los demás, se ha puesto a propalar, como ley orgánica etnológica, que la raza sajona ha nacido superior a las razas latinas pasándolas a todas por debajo de las piernas de ese Coloso de Rodas. Las razas humanas viven, se alteran, decaen y se reponen como todas las fuerzas de la naturaleza. Ejemplos: La Italia, la Grecia. Esa es la única ley; las otras son ficticias y fenómenos del tiempo.
5º- La Arqueología
32. Ciencia esencialmente histórica e inseparable, de hoy en más, para investigar la industria, la cronología y el estado social de los pueblos antiguos en absoluto, y de los relativamente antiguos con respecto a los pueblos recientes, la arqueología vive y fructifica removiendo los fragmentos que en ellos han quedado de las épocas anteriores, como son útiles del servicio doméstico, joyas, tejidos, atavíos, piedras, flechas, espadas, vasos pintados, y todas aquellas cosas que por su materia, forma o adaptación pueden indicar no sólo el grado de barbarie o de civilización en que se hallaban los hombres que las usaron, sino las épocas relativas de su fabricación y de su procedencia, por ejemplo, en las excavaciones de las ruinas de Mycenas, capital de los reyes y héroes homéricos, se han encontrado todos los vestigios del reino de Argamenon, de su mujer Chlytemnestra y de Egipto, sus asesinos, y de su hijo Orestes, su vengador. Se han encontrado tejidos y objetos fabricados en Egipto que prueban el comercio marítimo frecuentado por la Grecia con los pueblos del Nilo, desde esos remotísimos tiempos, de que no quedaba más mención que los poemas épicos de Homero; y las tragedias de Sófocles, de Eurípides, tenidas por leyendas fabulosas, de hoy en más han entrado en la verdad histórica por los descubrimientos de la arqueología.
33. Supongamos que en un remoto tiempo en que estuviese perdido el recuerdo de nuestra historia, removiendo el subsuelo de Buenos Aires, algunos arqueólogos futuros encontrasen armas y otros rezagos militares semejantes o iguales a los que se hubiesen recogido en el campo de batalla de Pavía o en el combate de Lepanto. Veríase al momento que pertenecían a las fabricaciones españolas del siglo XV, y se deduciría que en esos siglos los españoles habían estado en el Río de la Plata. Supongamos que los mismos, removiendo el subsuelo de Tucumán o de Salta encontrasen cartucheras, calzado, bayonetas, fusiles a cañones; dirían al momento que eran de fabricación inglesa, y ya por su forma, ya por su fabricación, deducirían que la Inglaterra había comerciado con el Río de la Plata en el siglo XIX; y de dato en dato hallarían el hilo de muchos otros problemas de nuestra guerra de la Independencia. La arqueología abraza, pues, el estudio de los monumentos, ruinas, artes, industrias, trajes, útiles y usos antiguos; con lo que basta para ver la valiosa cooperación que da a los estudios históricos.
6º- La Geografía
34. Cualquiera que sea la época que se estudie, primitiva o secundaria, su historia ha de referirse por fuerza a países y lugares determinados donde hayan ocurrido los hechos precisos o las leyendas fabulosas que se quiere estudiar. No hay, pues, historia sin geografía, como no hay marcha sin terreno. La Geografía y la Historia forman dos ramas del mismo estudio, o mejor dicho, dos estudios inseparables. Mas como cada país y cada lugar se hallan ubicados en el espacio del globo terrestre, tenemos que la geografía, tomada en general, es: La ciencia que tiene por objeto la descripción de la tierra y el conocimiento de las porciones territoriales en que ella se subdivide. En el primer sentido se llama Geografía Física; en el segundo Geografía Política, y también Geografía histórica (6).
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(6) Véase aquí un ejemplo del valor de la geografía en las investigaciones de los pueblos primitivos. A nadie se le oculta la importancia que tiene (por ejemplo) la averiguación de la época en que el TRIGO y el MAIZ han aparecido en la historia. Fácil es ver cuántas soluciones y cuántos esclarecimientos puede dar ese solo problema sobre el estado social de los pueblos perdidos, sobre su clima, los lugares primitivos en que habitaban, su agricultura y su vida. Ahora, pues, hoy está averiguado que los Aryas conocían y cultivaban el trigo, no sólo porque la raíz de las palabras latinas triticum y farina se encuentran de una manera coherente en todas las lenguas clásicas, sino porque lo mismo sucede con la raíz de la palabra arado (aratrum). El nombre de Iberia con que antiguamente se llamaba la España, equivale a país de los Arios, como también el río Ebro (río de los Ib-Eros). Lo que prueba la colonización prehistórica de la España y de la Irlanda por las razas Aryas (Pietet) y la introducción del trigo.
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7º- La cronología
35. Nos bastará tener presente que historia y tiempo, son dos condiciones indispensables para deducir la relación precisa en que los días (las horas, muchas veces), las semanas, los meses, los años y los siglos, se hallan con los hechos que se trata de narrar o de esclarecer. Como los hechos históricos son complejos, y como los de un país se encadenan con los de los otros países, sería envolverlos a todos en una confusión inextricable si no los recitáramos o los escribiéramos en el orden comparativo de su producción y de sus conexiones. Se llama, pues, Cronología, la ciencia que ordena los tiempos y las épocas con relación a los sucesos que se quiere narrar, exponer o estudiar. Por sí sola la Cronología no tiene existencia independiente, pues marcha envuelta siempre en lo que narra.
VIII. DIVISIÓN DE LOS TIEMPOS HISTÓRICOS
36. Se ha visto, pues, cómo es que las investigaciones de nuestro siglo han conseguido tocar positivamente una época prehistórica en que aparece dominando y expandiéndose por el mundo, desde El Irán (Pamir) hacia la India por un lado, hacia las costas asiáticas y turopeas por el otro, UNA LENGUA CULTA y poderosa, en cuyas raíces y formas orgánicas, han germinado, como en un jardín de aclimatación, "todas las lenguas clásicas de los tiempos antiguos y modernos". Ignoramos, ciertamente, el secreto originario, los procederes, los accidentes y la duración de este maravilloso desarrollo; ignoramos todo lo relativo a la raza, y al número de siglos que empleó en consumar su obra. Pero en cuanto a su existencia, no se puede dudar, pues no hay lengua sin raza que la haya hablado; y la filología comparada, que Mr. Pietet con exquisita propiedad llama Paleontología Lingüística, lo ha comprobado de tal modo, que los resultados son ya una parte elemental y necesaria de la cultura científica y literaria en todas las naciones que toman cuidado por la enseñanza seria de la juventud que se educa en sus colegios.
37. Propiamente hablando, el nombre de época prehistórica corresponde mal a ese conjunto de tiempos perdidos, porque se llama época al espacio de tiempo que tiene principio y fin conocidos, mientras que en lo prehistórico no hay cómo fijar sus extremos, por razón de la oscuridad de la lentitud con que lo histórico ha ido saliendo de lo prehistórico, como un crepúsculo que habrá durado siglos. (6)
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(6) Mr. Rodier: Calculs astronomiques sur lAntiquité des Peuples historiques. Mr. G. de Mortillet: Le Prehistorique et lAntiquité de l´Homme. "L´homme a apparu en Europe au commencement du quartenaire. C´est done un total de 230,000 a 240,000 ans pour l´antiquité de l´homme", pág.267-68.
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38. En ese tiempo insondable es en el que se han ido forjando naciones que han tomado al fin personalidad en la historia propiamente dicha, sin que nosotros sepamos cómo y cuándo se han constituido. Ni sepan decírnoslo ellas mismas, sino contándonos fábulas milagrosas de su origen divino, y leyendas sobrenaturales; lo que prueba que también ellas mismas ignoraban o habían perdido la memoria de la evolución genesíaca que las había formado. Vemos así a los Egipcios, a los Caldeos, a los Magos, a los Asyrios, Hebreos, Griegos y Romanos aparecer a nuestros ojos con grandes monumentos y con inscripciones formadas de raros caracteres, que al interpretarlos, los sabios modernos han encontrado valiosas noticias sobre reyes y sucesos, oscuros los unos e ignorados los otros (7).
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(7) Uno de los primeros hallazgos de la arqueología moderna fue el de la famosa piedra de Rossetta con una inscripción trilingüe, en jeroglíficos, en caracteres demóticos, y en griego. Champollon (le jeune) la interpretó por medio de los signos y abreviaturas griegas; y sirvió de asidero para que se penetrase en la lectura, interpretación y conocimiento de las otras escrituras y lenguas del Imperio Persa.
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39. Debemos tener presente que las noticias antiguas de estos grandes imperios que figuran en la literatura clásica y en la enseñanza de nuestras aulas, han venido a nosotros recogidas y escritas, después de antiquísimos siglos, en que los sucesos y los actores habían desaparecido. No podemos, pues, tomarlos como íntegros y verídicos sin confrontarlos y purificarlos por medio de una erudición prolija y con datos comparativos bien estudiados. A esta historia, cuyo conocimiento no nos viene directamente de su tradición genuina, sino de referencias y tiempos posteriores, como la Guerra de Troya, la historia de Babilonia, del Egipto, de la India, de las épocas primeras de la Grecia, de Roma, etc., se le da el nombre de Primitiva, no porque sea la primera, cronológicamente hablando, sino porque es la primera en que aparecen pueblos con organismos y entidades definidas. Y aunque no conocemos los detalles de su primer estado social, sino envueltos en concepciones y formas fantásticas, ofrecen, sin embargo, contextura positiva, literaria al menos, con hechos y personajes característicos. Esta época primitiva de los imperios asiáticos, que figuran en nuestra enseñanza de colegio, termina en las conquistas de Alejandro Magno que impuso la dominación y la cultura griega a todos los pueblos y razas orientales, a contar desde el Egipto hasta la India.
40. Los últimos tiempos de la Historia antigua se complican con los brillantes principios de la Historia griega, hasta que los pueblos libres quedan postrados por la anarquía a los pies de Alejandro o de sus sucesores, y vienen los romanos dando comienzo a su grandiosa historia, y poniendo el sello eterno de su nacionalidad, de su lengua y de sus leyes sobre todas las razas, las lenguas y las leyes de los pueblos que debían constituir la civilización y la historia modernas.
Servabitur ubique jus romanum non Imperii ratione, sea Impierio Rationis
41. A la historia de Grecia y de Roma se da el nombre de historia clásica o historia de los pueblos clásicos, porque ha sido, hasta ahora muy poco, la primera y la única que se enseñaba en las clases de los colegios y de las Universidades, con las dos lenguas respectivas en que se halla escrita, que, por igual razón, se llaman también lenguas clásicas.
42. Con los griegos y con los romanos comenzó la historia de la Civilización Occidental, de que nosotros somos descendientes; llamada así por contraposición geográficas la Civilización Oriental de los viejos imperios asiáticos que hemos mencionado, y por la oposición del organismo político republicano y libre en Grecia y en Roma, monárquico-sacerdotal en aquellos otros (8).
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(8) Sería de desear que el profesor acentuase sobre la carta esta contraposición que es muy importante para hacer apreciar la diversa sociabilidad de los grandes grupos.
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43. La historia de Grecia termina en la conquista con que los romanos la convirtieron en provincia; y la historia de Roma termina en el año 330 después de Jesucristo, cuando el emperador Constantino trasladó a Bizancio la capital del imperio, dándole el nombre de Constantinopla. Esa historia se bifurca después en dos ramas: El Imperio de Oriente (bizantino) y el Imperio de Occidente (Latino-Papal).
44. Sacada la capital y puesta a inmediaciones de las costas de Asia, las razas bárbaras del norte comenzaron a invadir la Italia, las Galias, la España y las demás provincias romanas de Europa. Cinco siglos duró esta lucha entre las tribus bárbaras con los descendientes de la civilización latina, hasta que todas esas provincias se descompusieron de tal modo, que quedaron fraccionadas en manos de los jefes de las tribus que se asentaron en ellas (9).
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(9) Lo digno de notarse es que todas esas razas bárbaras del norte traían lenguas perfectamente análogas a la gramática y a las raíces aryanos, lo que prueba que habían germinado en los primitivos tiempos de esa raza madre, como los griegos y los romanos, cuyas tierras habían venido ocupando después de infinitos siglos de obscuridad.
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45. Con este desmembramiento comenzó a desaparecer en Europa la cultura de las letras y de la sociabilidad latina, introduciéndose una mezcla confusa de barbarie, de hábitos orientales, bizantinos y residuos paganos, con los nuevos principios morales del cristianismo. Formóse de ese modo una época intermedia, embrionaria entre bárbara y cristiana, entre pagana y moderna, que, por lo mismo, ha tomado el nombre de Edad-Media. La historia de la Edad-Media concluye por el levantamiento del fraile Martín Lutero contra el Pontífice Católico León X, y por el consiguiente movimiento de las Sectas Protestantes, que dividieron por mitad casi todos los reinos y pueblos de la Europa en el siglo XVI; y se abre en seguida la Historia Moderna con el descubrimiento de la América, en que nuestra tierra entra a figurar en el movimiento económico y social de la civilización y de la política europea.
IX. ACONTECIMIENTOS CAPITALES DE LA HISTORIA MODERNA
46. Bastará enumerar los acontecimientos capitales de la Historia Moderna (de la que somos los hijos primogénitos), para que fijemos su inmensa importancia. Estos acontecimientos son SIETE: 1º- La invención de los tipos de imprenta fundidos (1491), 2º- El descubrimento del Nuevo Mundo (1492), 3º- Las navegaciones de los portugueses por Cabo de Buena Esperanza (1497), 4º- La toma de Constantinopla o establecimiento del imperio turco en Europa (de 1453 a 1500), 5º- El cambio de la dirección del comercio marítimo al través del Atlántico y de los cabos y los estrechos del sur, 6º- La reforma del arte de la guerra por la invención de la pólvora (1360), 7º- La Reforma Protestante (1521). Toda la Historia Moderna podría concretarse en el estudio y exposición de estos siete capítulos.
X. LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA Y SU PRINCIPAL CARÁCTER
47. A mi modo de ver, no hay razón ninguna para tomar a la Revolución Francesa como el arrranque de la Historia Contemporánea. Sus procederes políticos fueron, bajo todos sus aspectos, antiguos y usurpados al viejo régímen, como Tocqueville, Taine, y tantos otros lo tienen demostrado. Sus principios son una confusión de reminiscencias mal dirigidas, malignas muchas de ellas, de los principios republicanos antiguos, de la anarquía griega y romana y del régimen parlamentario cuyo, modelo perfecto y moderno es inglés. De manera que bien observado podemos decir que la Revolución Francesa es EL FIN DE LA HISTORIA MODERNA y no el principio de la Historia Contermporánea: que la primera termina con la caída de Napoleón, acto final de la historia militar de la Revolución Francesa, o mejor dicho, liquidación final del Pasado de la Francia.
48. La verdadera historia contemporánea arranca de la expansión del sistema representativo y parlamentario, implantado o ensayado en los pueblos libres después de la caída de Napoleón en 1815. Su principal carácter, como historia, es el que le dan esas luchas y sacudimientos que han ocupado todo el movimiento político, social y diplomático del siglo en que vivimos. Como esta grandiosa evolución no está terminada aún, es probable que esta historia que estamos haciendo con nuestra propia vida en cada nación moderna, tome el nombre de Epoca Democrática-evolutiva, o algo así, en la lengua política de los que alcancen a ver su complemento; porque ese es el rasgo que da su fisonomía especial al conjunto de los hechos que nos van empujando hacia el porvenir.
49. El verdadero punto inicial de la Historia Contemporánea es común de dos, como se dice en las escuelas. No es en Europa, sino en América donde tiene el tipo de su carácter esencialmente moderno. La Revolución de las Colonias Inglesas y la Revolución Argentina, son los dos hechos que lo fijan mejor, porque son los que descompaginaron el sistema político y comercial del Viejo Mundo; que de no, a la caída de Napoleón, las cosas hubieran continuado siendo una simple prolongación del PASADO, del Monopolio y del Régimen Colonial a la antigua. LA SANTA ALIANZA demolida por la doctrina de Canning y de Monroe lo prueba sin réplica.
* Tomado de: VICENTE FIDEL LOPEZ, Manual de Historia Argentina, versión digital de la Biblioteca Virtual Universal.